Apoyar a Rusia abiertamente da vergüenza, entonces la táctica es el pacifismo y la vía diplomática. Esa vía se ha explorado antes con éxito:
Moldavia, tras una larga guerra interna donde actuaron tropas rusas perdió en 1992 la Transnistria y se creó un gobierno títere de Moscú que proclamó su supuesta independencia ( no reconocida por casi ningún país)
El mismo año de 1992, Rusia envió paramilitares a Georgia y se proclamó la República de Abjasia, Georgia intento recuperar el territorio, pero nuevamente la intervención del ejército ruso en 2008 mantuvo el control de este territorio georgiano que se incorporó a la Federación rusa.
Situación similar ocurrió con la región georgiana de Osetia del Sur, ocupada por Rusia desde 1991. El intento de Georgia de recuperar su control en 2008 fracasó contra las tropas ocupantes rusas cuya incorporación a la Federación Rusa fue proclamada.
En el 2014 Rusia, usando tropas sin distintivos ocupó Crimea, y un tercio de las regiones de Donetsk y Luhansk además de las capitales de ambas. La vía diplomática consiguió los acuerdos de Minsk en 2014 y Minsk II en 2015. Rusia no respetó dichos acuerdos ni mostró intención alguna de hacerlo, la zona ocupada fue rearmada en preparación de la invasión a gran escala de 2022.
En el 2020 se celebraron elecciones presidenciales en Bielorrusia, Lukachenko, conocido como “el último dictador de Europa” se presenta a su sexta reelección contra un frente unido de toda la oposición liderada por Svetlana Tijanóvskaya, cuyo marido que era el líder de la oposición democrática había sido encarcelado. El fraude electoral fue clamoroso y mas de un tercio de los resultados de los colegios electorales había sido falsificado, se produjo la llamada “revolución de las zapatillas” que duró tres meses y fue cruelmente reprimida produciéndose muertos, y miles de detenidos y torturados. Rusia ofreció enviar tropas para acabar con la revolución. Las protestas internacionales y la vía diplomática no han conseguido nada y Lukachenko sigue en el poder, y esta colaborando activamente en la invasión de Ucrania, que en buena parte se efectuó desde Bielorrusia.
En enero de 2022 se producen en Kazhakstan protestas contra el gobierno, por la subida del combustible, estas protestas derivan hacia una protesta contra el gobierno dictatorial de Tokayev que lleva años ganando elecciones con porcentajes cercanos al 100% de los votos. El gobierno de Putin decidió enviar tropas rusas a reprimir las protestas, bajo el nombre de fuerzas de paz. Las declaraciones occidentales y la vía diplomática no han servido más que para consolidarla dictadura de Tokayev.
En 1999, el ejército ruso invadió a sangre y fuego la república independiente de Chechenia, su capital Grozni fue convertida en cenizas y se produjeron cerca de 50.000 muertos, la mayoría de ellos civiles, Rusia consiguió comprar el apoyo de uno de los clanes mafiosos locales, la familia Kadirov a los que instalaron en el poder autócrata, y que ahora devuelven el favor enviando a sus sanguinarios soldados a la conquista de Ucrania.
Este mismo mes de febrero, la presidenta de Moldavia Maia Sandu, ha anunciado que se ha detenido a un grupo de personas con formación militar, entre ellos varios de nacionalidad rusa, que estaban preparando un golpe de estado cruento, seguramente con la intención de crear un régimen títere de Moscú que permitiese a Rusia acumular tropas y abrir el frente occidental de su guerra contra Ucrania
Las vías pacíficas, y las acciones diplomáticas, no han servido para nada en ninguno de estos escenarios, salvo para consolidar dictaduras.
Esas supuestas vías pacíficas y diplomáticas son percibidas por el antiguo agente del KGB Putin como debilidad y desunión occidental, por eso calculó que una operación especial tomaría Ucrania entera en una semana con facilidad. Putin no calculó jamás que Europa, y USA iban a apoyar al heroico gobierno y pueblo de Ucrania de una forma decidida y con algo mas que comunicados y declaraciones.
No se trata solo de Ucrania. Putin y Rusia planean reeditar su imperio y tomar después los tres países bálticos, Moldavia y someter a Polonia, o se le para ahora en seco o Putin continuará, y no nos engañemos, el autócrata cuenta según nos dicen encuestas independientes con cerca de un 80% de apoyo incondicional de los rusos.
Los rusos siguen creyendo que son una superpotencia, con un PIB poco mayor que España, con un ejército de los años 70, con una industria que no produce casi nada salvo hidrocarburos y vodka, siguen viviendo la ensoñación de la guerra fría y la supuesta grandeza de la URSS, solo les queda como dato cierto su arsenal nuclear.
Hoy, la vía pacífica y democrática, que preconizan desde círculos de la izquierda radical, no es tal, es un apoyo claro a las pretensiones de Putin y sus amigos del KGB para reconstruir el imperio mediante invasiones. Hacerlo abiertamente da vergüenza, así que hay que disfrazarlo mientras Ucrania lucha por su supervivencia y por su futuro europeo y democrático.
XABIER ORMAETXEA GARAI
Presidente Fundación Ekialde
DISGUISING SUPPORT FOR PUTIN
Openly supporting Russia is shameful, so the tactic is pacifism and diplomacy. This path has been successfully explored before:
Moldova, after a long internal war where Russian troops acted, lost Transnistria in 1992 and a Moscow puppet government was created that proclaimed its supposed independence (not recognized by almost any country).
Also in 1992, Russia sent paramilitaries to Georgia and the Republic of Abkhazia was proclaimed. Georgia tried to regain the territory, but again the intervention of the Russian army in 2008 kept control of this Georgian territory, which was incorporated into the Russian Federation.
A similar situation occurred with the Georgian region of South Ossetia, occupied by Russia since 1991. Georgia’s attempt to regain control in 2008 failed against the occupying Russian troops, whose incorporation into the Russian Federation was proclaimed.
In 2014, Russia, using troops without insignia, occupied Crimea and a third of the regions of Donetsk and Luhansk, as well as both capitals. The diplomatic path achieved the Minsk agreements in 2014 and Minsk II in 2015. Russia violated these agreements and did not demonstrate any willingness to comply with them, and the occupied area was rearmed in preparation for the large-scale invasion of 2022.
In 2020, presidential elections were held in Belarus. Lukashenko, known as «Europe’s last dictator,» ran for his sixth re-election against a united front of the entire opposition led by Svetlana Tijanóvskaya, whose husband, the leader of the democratic opposition, had been imprisoned. The electoral fraud was blatant, and more than a third of the results from polling stations had been falsified. The so-called «slipper revolution» lasted three months and was brutally repressed, resulting in deaths and thousands of detainees and torture victims. Russia offered to send troops to end the revolution. International protests and diplomatic channels have not achieved anything, and Lukashenko remains in power and is actively collaborating in the invasion of Ukraine, which in large part was carried out from Belarus.
In January 2022, protests broke out in Kazakhstan against the government’s fuel price hike. These demonstrations turned into a protest against the dictatorial government of Tokayev, who has been winning elections with percentages close to 100% of the votes for years. Putin’s government decided to send Russian troops to suppress the protests under the name of peacekeeping forces. Western declarations and diplomatic channels have only served to consolidate Tokayev’s dictatorship.
In 1999, the Russian army invaded the independent republic of Chechnya with blood and fire. Its capital, Grozny, was turned to ashes, and nearly 50,000 people, most of them civilians, were killed. Russia managed to buy the support of one of the local mafia clans, the Kadirov family, whom they installed in autocratic power, and who are now returning the favor by sending their bloodthirsty soldiers to conquer Ukraine.
This same month of February, the President of Moldova, Maia Sandu, announced that a group of people with military training, including several of Russian nationality, who were preparing a bloody coup d’état, had been arrested, probably with the intention of creating a Moscow puppet regime that would allow Russia to accumulate troops and open the western front of its war against Ukraine.
Peaceful paths and diplomatic actions have not served any purpose in any of these scenarios, except to consolidate dictatorships and contribute to a militaristic escalation by Russia. These supposed peaceful and diplomatic paths are perceived by former KGB agent Putin as weakness and disunity in the West, which is why he calculated that a special operation would take all of Ukraine within a week with ease. Putin never calculated that Europe and the USA would support the heroic government and people of Ukraine in a decisive way and with more than just communiqués and declarations.
It’s not just about Ukraine. Putin and Russia plan to re-create their empire and then take over the three Baltic countries, Moldova, and subdue Poland. Either Putin is stopped now, or he will continue, and let’s not deceive ourselves, the autocrat has, according to independent polls, close to 80% unconditional support from Russians.
The Russians still believe that they are a superpower, with a GDP only slightly higher than Spain, an army from the 1970s, and an industry that produces almost nothing except hydrocarbons and vodka. They still live in the dream of the Cold War and the supposed greatness of the USSR. The only thing they have left is their nuclear arsenal.
Today, the peaceful and democratic path advocated by circles of the radical left is not that, it is a clear support for Putin’s and his KGB friends’ aspirations to rebuild the empire through invasions. Doing it openly is shameful, so it has to be disguised while Ukraine fights for its survival and its European and democratic future.
XABIER ORMAETXEA GARAI
Former Basque Parliamentarian
President of the Ekialde Foundation